Robots o humanos: ¿circuitos o cerebros?

18 de noviembre de 2024

Artículo publicado en la revista Marketing-Professionnel.fr por Jacco Klomp, Director de marketing e Innovación en Prodware Países Bajos, y Joop Melchers, Jefe del Centro de Competencia en Prodware Países Bajos.

¿Reemplazarán los robots a los humanos? Muchos puntos de vista sobre la robotización y la automatización del trabajo se hacen eco de esta idea. Mientras que algunos estudios se basan en hechos concretos, otros plantean profecías desastrosas en las que las máquinas, habiéndose vuelto inteligentes, harían una revolución para conquistar el mundo y dominar a la humanidad. 

En la redistribución de tareas que propician las tecnologías digitales en el mundo del trabajo, están surgiendo nuevas fronteras que siguen siendo fluidas y en las que actualmente es difícil orientarse. Tratemos aquí de distinguir la realidad de la ficción. 

¿Robots creativos? 

Muchos artículos afirman que los robots solo pueden realizar tareas repetitivas para las que están programados. Si bien es tranquilizador pensar que las operaciones de los robots siguen dependiendo de los humanos, otras fuentes, basándose en los pasos agigantados del progreso tecnológico, apuntan a las capacidades de autoaprendizaje de las máquinas y computadoras habilitadas para IA que no requieren intervención humana para operar y procesar nuevas funciones. 

Investigadores de la Universidad de Cambridge han desarrollado un robot capaz de diseñar robots “bebés” que mejoran gradualmente a medida que se mueven, sin ninguna intervención humana. Otro ejemplo de autonomía son las melodías de Brain.fm, creadas por robots y cuyo tempo de la música está en sintonía con las ondas del cerebro del oyente. 

Por último, investigadores del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Columbia también han logrado un gran avance en el campo de la robótica al crear una máquina que puede autoidentificarse, partiendo de cero, sin ningún conocimiento previo de física, geometría o dinámica motora. A continuación, el robot puede utilizar un simulador automático interno para adaptarse a diferentes situaciones, realizar nuevas tareas y detectar y reparar daños en su propio cuerpo. 

Los investigadores ahora quieren saber si los robots pueden modelar más allá de sus propios cuerpos: están interesados en sus “mentes” y si realmente pueden pensar por sí mismos, impulsando así las capacidades de la IA a nuevas alturas. 

Independientemente de la tecnología y el nivel de automatización de las tareas, es probable que se requiera la presencia o intervención humana durante mucho tiempo. Asociados en lugar de opuestos, el hombre y la máquina podrían formar así una pareja de alto rendimiento. 

¿Nos robarán los robots el trabajo?  

Si los escenarios del proyecto Global McKinsey y/o del Foro Económico resultan ser precisos, entre el 43% y el 49% de los puestos de trabajo actuales se automatizarán y dejarán de existir en su forma actual. Para 2030, la robotización podría destruir 73 millones de puestos de trabajo solo en Estados Unidos. 

Pero los mismos informes, que predicen que las máquinas pronto robarán nuestros puestos de trabajo a través de la adquisición cada vez más rápida de nuevas habilidades, también indican que se creará un número aún mayor de puestos de trabajo (97 millones, para ser precisos) como resultado de este cambio. 

Estos son los ‘trabajos del futuro’ y ofrecen mejores perspectivas, especialmente para los profesionales al comienzo de sus carreras. Cuantos más ordenadores estén configurados para realizar tareas altamente repetitivas, a menudo asignadas a empleados de nivel inicial, más puestos nuevos y mejor remunerados estarán disponibles para reemplazarlos. 

Además, las personas que ingresan a la fuerza laboral generalmente tienen dificultades para conseguir trabajos mejor pagados porque compiten con candidatos más experimentados. Esta desventaja competitiva desaparecerá a medida que surjan nuevos puestos, puestos que nadie ha ocupado antes. 

En resumen, los robots reemplazarán toda una gama de trabajos ocupados por humanos en el futuro, pero a medida que se desarrollen la robotización y la automatización, surgirán muchos nuevos puestos y funciones. 

Los motores digitales inteligentes aprenden ejecutando modelos e inspirándose en su estructura y/o contenido. Cuantos más ejemplos se les da, más aprenden y más precisos y fiables son los resultados. Sin embargo, las pruebas en conjuntos de datos más grandes requieren acceso a grandes volúmenes de datos y tiempos de procesamiento más largos. La aplicación de escenarios de IA o aprendizaje automático al mecanismo de dirección de un robot requiere tiempo y una capacidad de procesamiento significativa. Al menos en teoría, cuando se trata de desarrollos específicos o iniciales, es decir, aplicaciones que nunca antes se habían probado. 

Cada vez son más las aplicaciones de la robótica con IA que se materializan en el segundo intento. Los GAFAM han acelerado y estandarizado la comercialización de aplicaciones basadas en IA. Los asistentes virtuales como Siri, Alexa, Cortana y Google están integrados en la mayoría de los electrodomésticos y vehículos. Acumulan ‘experiencia’ todos los días. Esto puede sonar aterrador para el consumidor, pero para los desarrolladores de IA es un tesoro de datos. Las características que incorporan IA también existen en el software que usamos a diario, muchas aplicaciones comerciales aprovechan la IA práctica para pronosticar, predecir las tendencias y demandas del mercado o tomar decisiones informadas. De hecho, nos hemos acostumbrado tanto a las ventanas emergentes que promocionan productos y servicios en la web o a las sugerencias de películas en Netflix que todo nos parece “normal”. Damos por sentado este importante salto adelante en la calidad del servicio. 

Mantener a las personas en el centro del sistema  

Las personas operan en base a la emoción. La ansiedad y el miedo existencial tienen una influencia significativa en su juicio. Las máquinas, por otro lado, pueden realizar una tarea determinada con una eficiencia formidable. Consideran y evalúan una amplia gama de opciones cuando necesitan proporcionar una solución a una situación o problema determinado. Este proceso es, en última instancia, similar a una forma de creatividad. La nueva generación de máquinas ahora puede reconocer y aplicar patrones emocionales. Pronto, veremos robots altamente sofisticados o dispositivos inteligentes con “conciencia”. Pero, debido a que son incapaces de pensar en las consecuencias de las tareas que realizan que no forman parte de su menú o programa de ejecución, las máquinas actualmente son incapaces de tomar una decisión irracional motivada por consideraciones éticas o emocionales. 

Los seres humanos estarán involucrados, de una forma u otra, en asegurar y salvaguardar los procesos de alta tecnología durante mucho tiempo. También es necesario un marco jurídico y una carta ética que rijan el uso de las nuevas tecnologías, garantizando que siempre haya un botón de ‘STOP’, incluso en los robots de autoaprendizaje y autocreación o en cualquier dispositivo o máquina inteligente. Los seres humanos siempre deben tener el control de la situación, pase lo que pase. Al menos, eso es lo que tenemos que esperar.

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